Las fachadas de los edificios son las responsables de causar la primera impresión, pero como en todo, no es suficiente con una buena primera impresión. Hoy en día hace falta sustentar el diseño con otros valores. La lucha actual está en la evolución de los cerramientos ligeros y su saber compaginar armoniosamente el “ser” y el “aparentar” del edificio.
El Wow effect consiste en crear un impacto emocional en el espectador. Una sensación que todo arquitecto ha ido en su búsqueda a través del diseño de las fachadas y que durante el último siglo ha funcionado con fórmulas como los cerramientos ligeros o muros cortina. Ha sido el sistema constructivo que ha dado forma como ningún otro a la arquitectura inmaterial soñada por el Movimiento Moderno.
Los sistemas de cerramiento no sufrieron variaciones hasta finales del siglo XIX, pero a lo largo del pasado siglo, las nuevas tecnologías hicieron variar sustancialmente el concepto del muro de cerramiento para convertirlo en “muro cortina” o en “fachadas ligeras”, y así se facilitó que el hombre pudiera modificar su entorno y hacerlo agradable a la vista creando sensaciones de espectacularidad.
El muro cortina ha ido evolucionando y si en un principio se buscaba más la forma por la forma, el proceso fue siguiendo su curso y cada vez más, nuevos valores fueron robándole protagonismo al Wow effect. Sin perder de vista el objetivo de crear sensación, con ayuda de la tecnología se ha logrado dotar a las fachadas de otros valores intangibles como por ejemplo controlar los agentes atmosféricos, la temperatura, modular los efectos del sol, la luz natural, las vistas, los ruidos, el aire puro, proteger nuestra intimidad y nuestra seguridad.
El proceso sigue su evolución y el futuro viene marcado por un lado por la innovación en los cerramientos, el conocimiento de los materiales, sus características, la función de cada uno de los componentes, métodos, sistemas de fabricación y puesta en obra. Ello es posible ya que, en segundo lugar, hay evidentes mejoras en las soluciones técnicas en las que se aplican nuevos materiales y sistemas, de mayor formato y mejores prestaciones que se ensamblan en fachadas cada vez más industrializadas y prefabricadas en taller con mejores rendimientos de puesta en obra y niveles de calidad más altos.
Y finalmente, para ello, hay que considerar, en tercer lugar, la evolución en los modelos de gestión de los proyectos, con un marco legal cada vez más completo y exigente, que implica de manera clara a todos los agentes, desde los fabricantes de materiales a los fachadistas, proyectistas y promotores, sin olvidar consultores, laboratorios de ensayos de investigación y a los controles de calidad en fábrica y en obra. Todo siempre al servicio de las personas procurando que diseño y prestaciones vayan de la mano.
Fuente: construmatica.com
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